Hasta hace unos años circulaba un rumor en Santiago de Chile: tras los muros de Cal y Canto, la histórica estación de la Línea 2 del Metro, se escondía una estación fantasma que conectaría con la Línea 3, una ruta que formaba parte del plan maestro de la red subterránea. Sin embargo, su construcción fue archivada tras el terremoto de 1985 que obligó a redestinar recursos estatales para la reconstrucción de la zona central de Chile.
El pasado martes 22 de enero —34 años más tarde— la estación Cal y Canto abrió finalmente su conexión con la Línea 3, la más reciente incorporación a la red ferroviaria de la capital chilena, convirtiéndose así en la séptima línea de Santiago tras las líneas 1, 2, 4, 4A, 5 y 6.
Con esta apertura de 22 kilómetros y 18 estaciones, el Metro de Santiago se convirtió en la segunda red más grande de Latinoamérica en términos de extensión (140 kilómetros) y número de estaciones (136), siendo superada únicamente por Ciudad de México y de paso, se convirtió en la 30° red más extensa del mundo, superando a Barcelona. Paralelamente Metro avanza en los proyectos de las Líneas 7, 8 y 9, y se espera superar los mil millones de pasajeros anuales tras el inicio de estas rutas en 2026, según la planificación original.
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